LEUCEMIA: un tipo silencioso de cáncer que se manifiesta con señales sutiles
Guía clara para reconocer los primeros signos, entender los tipos y saber cuándo consultar.
¿Qué es la leucemia?
La leucemia es un cáncer de la médula ósea y la sangre. Se produce cuando ciertas células precursoras (que deberían convertirse en glóbulos blancos, rojos o plaquetas) sufren cambios genéticos y comienzan a multiplicarse sin control, desplazando a las células sanas. Como resultado, disminuyen los glóbulos rojos (anemia), las plaquetas (sangrados o moretones) y los glóbulos blancos funcionales (infecciones).
Médula ósea
Glóbulos blancos
Los primeros síntomas: “silenciosos” pero detectables
A menudo comienzan de forma gradual y pueden confundirse con estrés o un resfriado prolongado. Presta atención si notas varias de estas señales durante semanas:
- Cansancio y debilidad que no mejora con descanso.
- Palidez, falta de aire al esfuerzo, taquicardia (signos de anemia).
- Infecciones frecuentes o que tardan en resolverse.
- Fiebre o febrícula sin causa aparente.
- Sudoraciones nocturnas empapadas.
- Pérdida de peso o de apetito no intencional.
- Moretones fáciles, sangrado de encías o nariz.
- Dolor óseo o articular, sensibilidad esternal.
- Ganglios inflamados e indoloros (cuello, axilas, ingles).
- Hígado o bazo aumentados (sensación de llenura precoz).
- Petequias (puntitos rojos en la piel por baja de plaquetas).
- Dolor o sensación de presión en el lado izquierdo del abdomen por bazo grande.
Una sola señal aislada suele tener otras causas benignas; el patrón, persistencia y combinación de síntomas es lo que debe motivar la consulta.
Tipos principales de leucemia (en simple)
Se clasifican por velocidad de evolución y por el tipo de célula afectada.
Agudas (inicio rápido)
- Linfoblástica aguda (LLA): más común en niños; puede curarse en un porcentaje alto con esquemas modernos.
- Mieloide aguda (LMA): frecuente en adultos mayores; requiere tratamiento intensivo y, en algunos subtipos, terapias dirigidas.
Crónicas (curso lento)
- Linfocítica crónica (LLC): puede mantenerse estable años; en casos asintomáticos se vigila sin tratar.
- Mieloide crónica (LMC): hoy se controla con inhibidores de tirosina kinasa, permitiendo vida casi normal.
Factores de riesgo
- Edad (algunos tipos son más frecuentes en mayores de 60; la LLA, en niños).
- Exposición previa a radiación o quimioterapia.
- Determinados químicos (p. ej., benceno) y humo del tabaco.
- Trastornos genéticos (p. ej., síndrome de Down) y antecedentes familiares.
- Algunas enfermedades hematológicas previas (síndromes mielodisplásicos).
Tener un factor de riesgo no significa que desarrollarás la enfermedad; simplemente aumenta la probabilidad.
¿Cómo se diagnostica?
El proceso comienza con una evaluación clínica y se confirma con estudios de laboratorio:
- Hemograma completo: detecta anemia, plaquetas bajas o glóbulos blancos alterados.
- Frotis de sangre periférica: permite ver células anormales.
- Aspirado y biopsia de médula ósea: prueba clave para el diagnóstico y la clasificación.
- Citometría de flujo, genética y biología molecular: determinan subtipo y guían el tratamiento.
- Estudios de imagen (ecografía, TAC) si se sospecha compromiso de órganos.
Tratamiento actual
La estrategia depende del tipo de leucemia, edad, estado general y alteraciones genéticas.
- Quimioterapia (oral o intravenosa), en ciclos.
- Inmunoterapia (anticuerpos monoclonales), terapias dirigidas y, en casos seleccionados, terapia CAR-T.
- Inhibidores de tirosina kinasa (LMC y otros subgrupos).
- Trasplante de células madre en casos de alto riesgo o recaída.
- Soporte: transfusiones, antibióticos, manejo de infecciones y cuidados integrales.
Gracias a estos avances, muchas personas logran remisiones prolongadas y, en ciertos escenarios, cura.
Señales que ameritan consulta inmediata
- Fiebre persistente o infecciones repetidas.
- Sangrados fáciles (encías, nariz), moretones sin causa, petequias.
- Palidez marcada, cansancio extremo, mareos.
- Dolor óseo intenso o bultos ganglionares que no duelen.
- Pérdida de peso y sudoraciones nocturnas profusas.
Preguntas rápidas
¿La leucemia siempre da dolor?
No necesariamente. El dolor óseo puede aparecer, pero muchas veces predominan el cansancio, los moretones o las infecciones.
¿Se puede prevenir?
No hay una forma segura de prevenirla. Mantener no fumar, evitar químicos, usar protección laboral y realizar controles médicos ayuda a reducir riesgos generales y a detectar temprano.
¿Qué alimentación es recomendable durante el tratamiento?
Dieta equilibrada rica en proteínas, frutas y verduras bien lavadas/cocidas; hidratación y, en neutropenia, medidas de seguridad alimentaria indicadas por el equipo tratante.
Vivir con leucemia: claves prácticas
- Sigue el plan médico y no suspendas fármacos sin indicación.
- Vacunas al día (según esquema y recomendaciones del hematólogo).
- Higiene de manos y control de fiebre ≥ 38 °C: acude a urgencias.
- Actividad física suave adaptada a tu estado; descanso adecuado.
- Apoyo emocional: redes de pacientes, psicología oncológica.